ella.


Cuando morimos, nuestro cuerpo se vuelve gélido y nuestra piel nívea, río de venas que ya no fluye, nuestra expresión ahora eterna y nuestra conciencia nula, quizás, lo más sorprendente de todo este misterioso proceso, sea que nuestra masa es 21 gramos menor.

¿A dónde fueron esos 21 gramos? 
¿Perdimos una oreja por el camino tal vez? 
¿O los gusanos empezaron a cenar pronto? ...

¿No sería maravilloso que  fuese la ausencia del alma?

Puede que al morir el alma escapara de su claustrofóbico molde, puede que ella pesara 21 gramos, ahora que nadie la necesitaba, ya nada le retenía.

-          ¿Eres tú 21 gramos de mi peso?

Se quedó callada y jamás contestó.

Nuestro cuerpo perdió su esencia, ella le abandonó y fue lejos, dicen que vaga en los confines del universo, observándolo todo, vigila el movimiento de los satélites, la danza lenta de los planetas..

Eres muerto y ella vida, vida que no se ve, pero que lo ve todo al mismo tiempo.
Puede que un día ella vuelva como un golpe al corazón, puede que regrese a su antiguo lugar destinado, te acaparará y tus ojos putrefactos reflejarán la luz,  hasta la materia más minúscula de tu recóndito cuerpo  se reincorporará a una danza lenta, queriendo imitar los planetas, cada vez más rápido , más , mucho más.

El universo paró y retrocedió,  la gente ya no anda hacia delante , sino hacia atrás ,naceremos de la muerte, y moriremos al engendrarnos.

21 
    gramos 
                 de vida 
                              que lo significan
                                                          todo
                                                                  y a la vez 
                                                                                 nada.

Cuándo muera, querida alma si puedes escucharme, no me gustaría verte de nuevo, solo quiero vivir una vez.

2 comentarios:

Víctor { 11 de marzo de 2012, 20:47 }
Muy bonito el final. Muy poético.
Víctor { 11 de marzo de 2012, 20:47 }
Además, es una reflexión muy interesante.

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