ella.
by Mónica Vidal
Cuando morimos, nuestro cuerpo se vuelve gélido y nuestra piel nívea, río
de venas que ya no fluye, nuestra expresión ahora eterna y nuestra conciencia
nula, quizás, lo más sorprendente de todo este misterioso proceso, sea que
nuestra masa es 21 gramos menor.
¿A dónde fueron esos 21 gramos?
¿Perdimos
una oreja por el camino tal vez?
¿O los gusanos empezaron a cenar pronto? ...
¿No sería maravilloso que fuese la ausencia del alma?
Puede que al morir el alma escapara de su claustrofóbico molde, puede que
ella pesara 21 gramos, ahora que nadie la necesitaba, ya nada le retenía.
-
¿Eres tú 21 gramos de mi peso?
Se
quedó callada y jamás contestó.
Nuestro
cuerpo perdió su esencia, ella le
abandonó y fue lejos, dicen que vaga en
los confines del universo, observándolo todo, vigila el movimiento de los
satélites, la danza lenta de los planetas..
Eres
muerto y ella vida, vida que no se ve, pero que lo ve todo al mismo tiempo.
Puede
que un día ella vuelva como un golpe al corazón, puede que regrese a su antiguo
lugar destinado, te acaparará y tus ojos putrefactos reflejarán la luz, hasta la materia más minúscula de tu recóndito
cuerpo se reincorporará a una danza
lenta, queriendo imitar los planetas, cada vez más rápido , más , mucho más.
El
universo paró y retrocedió, la gente ya
no anda hacia delante , sino hacia atrás ,naceremos de la muerte, y moriremos
al engendrarnos.
21
gramos
de vida
que lo significan
todo
y a la vez
nada.
Cuándo
muera, querida alma si puedes escucharme, no me gustaría verte de nuevo, solo
quiero vivir una vez.
Etiquetas:
Mónica Vidal Pérez.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Leave a Comment